El charro es el jinete mexicano vestido de fiesta, lleno de colorido y adornos que le dieron nombre, un tanto despectivo, cuando los españoles decían que los jinetes mestizos vestían muy “charramente”. Porque el traje del ranchero mexicano no es ya el traje del caballero español, sino algo más propio: pantalón ceñido, para ayudar a las maniobras del lazo; camisa fina y bordada; corbata de colores chillantes, en forma de moño y mariposa; y el ancho sombrero jarano, lleno de galones de plata.
Los hijos de españoles nacidos en México, los criollos, fueron los directos herederos de la caballería hispana, y con sus servidores indígenas adaptaron las monturas, las sillas, los estribos y las espuelas de los guerreros hispanos, para hacerlas útiles a los vaqueros y hombres de campo, criollos y mestizos. Así entraron los primeros elementos mexicanos en la caballería, la arriería y la charrería.
Protagonista de la Historia de México
La Historia de México se llena con la figura del charro, bizarra a través de sus mejores épocas. Como insurgente peleó en las huestes de Miguel Hidalgo y José María Morelos; como chinaco luchó contra el invasor francés; como rural militó a las órdenes de los revolucionarios vestidos de cuero, como Emiliano Zapata y Pancho Villa. Fue cochero y guardián de diligencias, cuando los caminos reales eran largas sendas de polvo, como fue luego caporal y jinete en todas las rutas.
El charro mexicano, gallardo y valiente, lo mismo empuña el machete o la pistola que desata la reata o pulsa la guitarra; igual se arranca en su caballo lanzando el grito abierto de rebelión o de guerra, que florea el lazo en las hermosas fiestas charras. Este arte típico del floreo con la reata, lo mismo ejecutado a pie que a caballo, parado que a la carrera, distingue al mexicano de los jinetes de otras partes del mundo, porque no hay crinolinas tan artísticas como las suyas, en las que el lazo nunca pierde su móvil característico de dura y flexible circunferencia. En el coleo, en el jaripeo, en el jineteo, en la herrada, es siempre el mismo charro, el mestizo mexicano, bravo y sentimental.
Traje, sombrero y sarape
El vistoso traje charro es hoy más ajustado y más cerrado en la parte baja; la chaqueta cubre pecho y espalda hasta la cintura, y el sombrero se ha arriscado y crecido. Esta indumentaria se complementa con el sarape, que ya usaban los indígenas desde antes de la Conquista. De las coloridas mantas indígenas, amplias y capaces de cubrir todo el cuerpo y llevarse como airosas capas, colgando de los hombros, los mestizos pasaron al sarape corto y angosto de los charros, que con gallardía se lleva doblado sobre un hombro. Así como el rebozo es el manto de la china poblana, el sarape es la cobija del charro y ambos lo portan sobre los hombros.
Obra consultada: Heriberto García Rivas. Dádivas de México al mundo. Ediciones Especiales de Excélsior. 1965.
Imagen: Tienda Charra y Vaquera en Facebook.