Cuidemos el medio ambiente

Javier Medina Loera

Lago de Chapala.

Salvo raras excepciones, el mundo entero ha descuidado la protección del medio ambiente natural, de suerte que algunos científicos que siguen las incidencias del cambio climático, no le dan a este mundo una existencia mayor de 30 años, ya que el calentamiento global ha puesto en serio peligro la vida sobre la Tierra.

Ciertamente, no han faltado esfuerzos, sobre todo en los últimos años, para la preservación de los bosques, del aire, del suelo y del agua, pero lamentablemente estos esfuerzos han sido tan escasos que resultan insuficientes para proteger el medio ambiente natural, tanto en los suelos como en los mares, los lagos y los ríos.

En estas circunstancias, llegó el momento de que cada uno de nosotros, los seres humanos, pongamos nuestro granito de arena para cuidar el medio ambiente y construir el mundo del futuro, el de nuestros hijos y nietos, un mundo de limpieza, de salud y armonía entre las cosas naturales.

¿Qué hacer? En primer lugar evitar cualquier cosa que vaya en contra del medio ambiente como son los incendios forestales, tirar basura en cualquier parte, contaminar las aguas con residuos tóxicos, usar materiales no degradables y agredir a los animales (compañeros de la vida), entre otras.

Desde hace años hay gente consciente de estas necesidades , pero insisto, no es suficiente. Recuerdo que en mi luna de miel, hace 40 años, caminábamos mi esposa y yo por la orilla de Lake Tajo, en Nevada, y de pronto me dice Judith: “Una viejita nos viene siguiendo desde hace rato”. Volteo y veo que la viejecita venía recogiendo en una bolsa todas las colillas de cigarro que iba tirando, porque entonces yo fumaba “de trenecito”, uno tras otro. Nos detuvimos, le ofrecí disculpas a la señora, y no sólo dejé de tirar colillas, sino que me hice el propósito de no fumar jamás.

En México tenemos hoy ejemplos de pueblos enteros que respetan con escrúpulo el medio natural. Recuerdo entre otros El Teúl de González Ortega, Zac. (casi todos los pueblos de Zacatecas, incluyendo su capital, son limpios y ordenados. La mayoría de la gente es pobre, pero limpia). En El Teúl es prácticamente imposible encontrar en la calle una colilla de cigarro, un palillo de paleta, una envoltura de dulce, cualquier desperdicio, porque la gente cuida el aseo de su pueblo, incluso más que el de su propia casa.

Esto es hacer patria: si hemos de cambiar el futuro del país y del mundo, hemos de empezar por nosotros mismos. Zacatecas nos manda el mensaje de que esto no sólo es cuestión de gente, sino de políticas de Estado. En Jalisco es lo que hace falta, una política estatal en favor del orden y la limpieza, empezando por el Río Santiago, el bosque de La Primavera, Chapala, el aire de Guadalajara y tantas otras contaminaciones que amenazan la existencia.

Espero no predicar en el desierto.

Artìculo publicado por la revista Portada de Mèxico en su ediciòn de septiembre de 2019.

El rescate de los pobres

En lo que va de este régimen y en todas sus campañas electorales el presidente Andrés Manuel López Obrador ha insistido en su opción por los pobres, es decir, por la gente más desprotegida de México.

Y para demostrarlo ha emprendido una serie de programas sociales en los que trata de apoyar a jóvenes y adultos mayores, ya sea con becas de estudio, de capacitación o con subsidios directos.

Con esta política, aunada a sus reiterados ataques al neoliberalismo, que efectivamente durante muchos años sólo ayudó a los ricos, el presidente López se ha ganado la fama de izquierdista, es decir, un presidente que favorece al pobre en tanto que limita la ambición del rico, algo así como un “Robin Hood” moderno.

Sin embargo, yo siempre dudé de López Obrador como hombre de izquierda, pues en el fondo lo que hace es reforzar a la derecha para que sobreviva sin problemas sociales, cosa que, para su propia decepción, no entienden los ricos.

En otras palabras, AMLO sólo abre válvulas de escape para desahogar presiones sociales, pero sin intentar resolver problemas de fondo, como es el caso de la pobreza, que agobia a más de la mitad de la población.

La pobreza, como bien se ha dicho, no se combate con dádivas sino con trabajo, con facilidades de empleo para el empresario que lo fomenta y para el trabajador que lo demanda.

Así se hace hoy en el mundo entero, incluso en los países llamados socialistas, de suerte que quienes atacan a Obrador por socialista pueden dormir tranquilos: el socialismo desapareció de la faz de la tierra hace muchos años.

El mejor ejemplo de combate a la pobreza, que la ONU debiera adoptar para el mundo entero, se lleva a cabo en China Popular, donde desde hace más de 30 años se olvidaron del comunismo, para interesarse sólo en el desarrollo económico.

En 2016 tuve oportunidad de visitar ese gran país y vi que el rescate de los pobres se hace ahí de la manera más sencilla: el gobierno localiza las áreas marginadas, censa a los pobres e investiga por qué lo son (casi siempre es por falta de trabajo), luego invita a los empresarios a crear fuentes de empleo de acuerdo a la vocación económica de cada zona; si la vocación es turística, el gobierno habla con los desarrolladores, quienes aceptan invertir si el Estado abre caminos, y los abre. De esta manera, todos se ponen a trabajar y todos prosperan.

Cuando vi esta maravilla económico-social le pregunté a un dirigente del Partido Comunista Chino qué ideología aplicaban ahí: “La del desarrollo”, respondió sin titubeos.

En efecto, China tiene hoy el record mundial de 300 millones de ricos, y su meta para los próximos años es hacer ricos a todos sus habitantes.

Artículo publicado por la revista Portada de Mèxico en su edición de julio de 2019.

Cuidemos al Seguro Social

No puede haber mayor desgracia para un pueblo que olvidar su pasado, sobre todo aquellas cosas que lo enaltecieron, que lo han hecho grande, como lo es, en el caso de México, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que sigue siendo hasta hoy, con todo y los problemas que arrastra, uno de los grandes orgullos de este país.

México puede sentirse orgulloso de muchas instituciones: su democracia, aunque imperfecta, ahí va; el respeto entre poderes, aunque muchos digan lo contrario, ahí va; su política exterior, aunque la critiquen, ahí va; su economía, etcétera, todo va ahí, pero hay cosas en las que debemos tener el mayor cuidado.

Una de esas cosas es desde luego la seguridad pública. Nunca antes en la Historia de México, después de la Revolución, había sufrido la gente tanta inseguridad. Eso de despertarse todas las mañanas con el “Jesús en la boca”, pensando en que no saldremos con vida el día, es angustioso.

Pero actualmente no hay guerra civil, hay una supuesta guerra del Estado contra el crimen organizado, lo cual es diferente, y no es la primera vez en la Historia de México que esto sucede, sólo que en otros tiempos, en el Siglo 19, por ejemplo, había políticos más honestos, como don Benito Juárez y don Porfirio Díaz, aunque algunos no lo quieran, que sabían qué hacer en estos casos.

No desestimo el trabajo del presidente Andrès Manuel López Obrador, creo que está haciendo lo que puede dentro del ambiente en que vivimos, pero no es por demás recordarle, porque es nuestro papel como periodistas, que existen verdaderas prioridades en el quehacer público, y una de ellas es sin duda la salud de la población.

Y el Instituto Mexicano del Seguro Social no sólo ha sido durante muchos años un baluarte de la salud de la gente, sino también un ejemplo nacional e internacional de lo que se puede hacer en favor de la población, y no sólo de los más pobres, porque es difícil encontrar hoy en el mundo una institución más igualitaria que el Seguro Social de México.

No solamente es el resguardo de la salud de una inmensa mayoría de mexicanos, sino también sus pensiones, la seguridad de contar con algún apoyo en los postreros días.

Por lo tanto, que se borre de la mente de los funcionarios de Hacienda hacer ahorros en el Seguro Social y en otras instituciones de salud, porque ahorrar ahí es ir contra el bienestar nacional y en contra de uno de los principios fundamentales que debe regir acualquier gobierno que se respete.

Artículo publicado por la revista Portada de México en su edición de junio de 2019.

Don Enrique Varela, tapatío excepcional

Fue Don Enrique Varela Vázquez, quien recientemente falleció a los 92 años de edad, un tapatío fuera de serie, de aquellos que nacen cada 100 años; enamorado de Guadalajara y de Jalisco, un hombre de bien en el más amplio sentido.

Durante muchos años, siendo director de la Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara, destacó como factor de entendimiento entre diversos sectores económicos, políticos y sociales, viendo siempre por el bien común.

Respetado maestro empresarial, contribuyó exitosamente en la formación de numerosos empleadores y líderes que desde hace décadas han destacado en este sector.

Entre los acuerdos que promovió figuran programas y obras a través del Consejo de Colaboración Municipal, la Alianza para la Producción, los festejos para celebrar el Tapatío Un Millón y la fundación y desarrollo de Expo Guadalajara.

Gracias a sus buenas relaciones con la Iglesia, contribuyó de manera relevante en hechos memorables como el nombramiento del primer cardenal mexicano José Garibi Rivera y la visita del Papa Juan Pablo II a Guadalajara.

De igual manera destaca su contribución en la promoción de la cultura a través de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco, que presidió, y también a través del Instituto Cultural Ignacio Dávila Garibi, que dirigió hasta su muerte.

Dentro de las actividades del Instituto Dávila Garibi figuran las Tertulias que él organizaba y encabezaba cada mes, con la participación de personas de diversas disciplinas, amantes del conocimiento, además de conferencias y otras actividades.

Durante la tertulias vespertinas se comentaban los temas del día desde diferentes enfoques, y los asistentes teníamos la oportunidad de disfrutar sus amenas charlas, siempre llenas de sabiduría, de esperanza y de respeto a los demás.

Por cierto que pocos personajes de Jalisco han gozado de tan excelente memoria como Don Enrique, quien hablaba de hechos históricos de hace más de 50, 60 o 70 años como si de ellos hubiera sido testigo el día anterior.

La última vez que lo vi fue en la comida que con motivo de Navidad organizó el Instituto Dávila Garibi el 13 de diciembre del año pasado. Ahí estuvo de excelente buen humor, y su avanzada edad no impidió que brindáramos con un buen tinto español.

Cabe señalar, sin embargo, que se llevó la clave de muchos hechos relevantes, puesto que no concedía entrevistas de prensa, siempre eludió los reflectores, y cuando una vez le pregunté si escribiría sus Memorias, respondió: “Ni me hable de eso”.

Artículo publicado por la revista Portada de México en su edición de febrero de 2019.

javiermedinaloera.com/

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La fiesta en paz

A juzgar por antecedentes históricos, las fricciones que han tenido desde las últimas campañas electorales los nuevos gobernantes de México y de Jalisco, Andrés Manuel López Obrador y Enrique Alfaro Ramírez, respectivamente, no auguran nada bueno para esta Entidad.
Recordemos que desde su creación, hace ya casi 200 años, Jalisco ha destacado en el panorama nacional no sólo por sus valiosos recursos humanos, económicos, naturales y culturales, sino también porque ha contado con políticos capaces de llevar buenas relaciones con el poder central.

Buenos entendimientos

La inmensa mayoría de los gobernantes jaliscienses desarrollaron en sus respectivas administraciones positivos entendimientos con jefes de la Nación de diferentes bandos (federalistas, centralistas, liberales, revolucionarios y conservadores), con lo que Jalisco obtuvo paso a paso importantes ventajas.
Claro está que entre los muchos gobernantes que colaboraron con el poder central hubo algunos que por diversas razones rompieron su amistad con los presidentes de la República en turno, lo cual resultó finalmente contraproducente para Jalisco tanto en lo político como en lo económico y social.

El caso de Ignacio Vallarta

Entre los gobernadores “rebeldes” destaca en el siglo 19 el licenciado Ignacio Luis Vallarta, quien por sus aspiraciones presidenciales, que no eran bien vistas por el entonces presidente Sebastián Lerdo de Tejada, se enemistó con él, y Jalisco no tardó en sufrir las consecuencias.
Entre las obras de beneficio social que fueron suspendidas como resultado de aquel pleito figura la carretera Guadalajara-Colotlán, en la cual el gobernador Vallarta tenía especial interés porque pasaría por El Teúl, tierra de sus ancestros.
Vallarta había logrado incluso que el Congreso de la Unión aprobara un presupuesto de 40,000 pesos para iniciar dicha obra, pero a raíz del conflicto con el presidente, jamás llegaron esos recursos. Tan importante vía tuvo que esperar más de 100 años para ser terminada en tiempos del gobernador Enrique Álvarez del Castillo, gran amigo, por cierto, de otro presidente, Miguel de la Madrid Hurtado.

El caso de Zuno

Otro caso de “rebeldía” fue, ya entrado el siglo 20, el del gobernador José Guadalupe Zuno, quien habiendo llevado estrecha amistad con el presidente Álvaro Obregón, éste fue asesinado, sucediéndole en el cargo el general Plutarco Elías Calles, quien decidió quitarse de enfrente a Zuno.
Éste supo que Calles intentaba controlar el Congreso de Jalisco para desaparecer los poderes locales, pero adelantándose a tal proyecto pidió licencia y valiéndose del control político que tenía en el propio Congreso, nombró al sustituto que deseaba, “para salvar –dijo-el honor del Estado”.
Obviamente, al general Calles no le gustó tal “jugada” y Jalisco pagó las consecuencias. Por principio de cuentas, esta entidad fue una de las más afectadas por la Guerra Cristera en la que murieron miles de inocentes.

Mejor es la fiesta en paz

Es fácil, y más en estos tiempos, echar bravatas y gritar que Jalisco no se raja, pero a la hora de la verdad quién sabe. El actual presidente tiene sin duda más popularidad que el gobernador, ¿por qué no aprovecharlo en vez de pelear con él?

javiermedinaloera.com

Artículo publicado por el semanario Conciencia Pública en su primera edición de enero de 2019.

Migración centroamericana

¿Por qué emigra la gente? Los desplazamientos masivos de personas de un país a otro tienen su origen en el hambre, el desempleo y la violencia, principalmente, pero también pueden ser provocadas por persecuciones políticas, étnicas o religiosas, y además por cambios o catástrofes climáticas, trata de personas o decadencia de ciertas regiones.
En el caso de los miles de migrantes centroamericanos que en grandes caravanas cruzan hoy por territorio mexicano en su viaje de destino a los Estados Unidos, es evidente que huyen del hambre, del desempleo, la violencia y la injusticia que prevalece en sus respectivos países, para buscar mejores condiciones de vida en el vecino país del Norte, que destaca por su prosperidad en el Continente.
Pero nada es sencillo
Sin embargo, las cosas no son tan sencillas para quienes deciden desplazarse de su lugar de origen a otros que consideran mejores, puesto que en este caso los gobiernos receptores de migrantes han decidido, por motivos económicos e incluso racistas, establecer fuertes medidas de control en sus fronteras para evitar su ingreso.
De esta manera, el fenómeno de migración ha dado lugar a las “personas ilegales” o “sin papeles” consideradas como delincuentes si logran cruzar bajo esta condición dichas fronteras.
Claro es que este fenómeno, relativamente nuevo en la Historia, está estrechamente ligado al modelo de desarrollo capitalista, a la movilización de capitales que provoca desigualdades económicas y sociales entre distintos países e incluso a manifestaciones de xenofobia o racismo.
En el pecado llevan la penitencia
Este es el caso concreto de Estados Unidos, que de acuerdo con sus leyes, hoy no admite dentro de sus fronteras a gente “ilegal” o “sin papeles”, pero que conforme a su modelo de desarrollo capitalista está provocando desde hace tiempo la desigualdad económica y social en amplia región del Continente, incluyendo a México, Centroamérica y Sudamérica.
Tanto en este caso como en muchos otros que se han dado en Europa y en Asia, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha tratado de resolver los conflictos en el marco de los derechos humanos y de la igualdad, pero muy poco es lo que ha logrado en favor de los migrantes, condenados casi siempre a ser rechazados por los países a los que se encaminan, pero también por sus propios lugares de origen.
Aliados para el progreso
Uno de los grandes presidentes que han tenido los Estados Unidos, John F. Kennedy, dearrolló a principios de los años 60 del siglo pasado la Alianza para el Progreso, programa que consistía en promover el desarrollo de los países de América Latina para prevenir los problemas que precisamente vivimos y que han empezado a provocar las migraciones masivas. Se trataba de invertir en el mejoramiento económico y social de estos países, a partir del empleo y la educación.
Lamentablemente, aquel programa se echó al olvido y vemos ya las tristes consecuencias, además de contar hoy entre los enemigos del progreso a un Donald Trump y a otros políticos insensibles ante la realidad.

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Artículo publicado por el semanario Conciencia Pública en su edición del lunes 17 de diciembre de 2018.

 

Comisiones bancarias

Una reciente iniciativa de la Cámara de Diputados, dominada por el partido de Morena, advierte sobre cómo no deben hacerse las cosas en México, es decir, hay que hacer cambios, de eso no hay duda, pero con prudencia, porque de otra manera se provoca el efecto contrario. De hecho, tuvo que intervenir en este caso el propio presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, para poner las cosas en su lugar.
Ocurre que los diputados de Morena mandaron una iniciativa en contra de las dobles comisiones que arbitrariamente cobran los bancos mexicanos, en su mayoría extranjeros, pero no contaban nuestros legisladores con algo fundamental: que los capitales, aquí y en el mundo entero, son muy sensibles ante cualquier cambio que pueda afectarlos, de suerte que con el solo anuncio de esta iniciativa se vino abajo la Bolsa de Valores de México, ¿y qué pasó?, tuvieron que “enfriar” el proyecto, es decir, posponerlo para tiempos mejores, si es que se dan.
¿Qué le pasó a Muñoz Ledo?
Me extraña lo ocurrido, sobre todo porque la Cámara de Diputados es presidida hoy por uno de los políticos con mayor experiencia política en el país, que es don Porfirio Muñoz Ledo.
El capital, ya lo decían los economistas clásicos, teme los cambios políticos, económicos y sociales, de suerte que, cuando no ve seguridades en un lugar, pues simplemente se cambia a otro donde pueda prosperar.
Urge meter en cintura a los bancos
Claro, hay que meter en cintura a los bancos, sobre todo a los que tienen por costumbre quedarse tranquilamente con los ahorros de sus cuenta-habientes, pero creo que esto hay que hacerlo poco a poco, sin causar alarmas innecesarias como lo han hecho los diputados.
En este campo los morenistas tienen mucha tela de donde cortar: la Condusef, supuestamente encargada de proteger los intereses de los usuarios de la Banca, desde hace años está saturada de demandas en contra de los banqueros, muchas de las cuales duermen el sueño de los justos porque banqueros y funcionarios de Hacienda se han entendido muy bien. Mayor complicidad no puede haber.
¡Por favor, diputados, háganlo bien!
Por lo tanto, son bienvenidas las iniciativas que promuevan la justicia en las relaciones de los bancos con sus usuarios, pero por favor, háganlo bien, señores diputados, porque si lo hacen como acaba de ocurrir con su reciente iniciativa, cualquiera diría que son cómplices de los ladrones, y en el caso de Morena, a juzgar por sus postulados, no lo puedo creer.
Me viene a la memoria un verso del famoso corrido de “Los Pérez”, jalisciense por cierto (quizás del rumbo de Cañadas de Obregón, en Los Altos), según el cual “un tal Mónico de Luna fue el que la mecha prendió, y a los primeros balazos fue el primero que corrió”.
En concreto, no basta presumir de revolucionarios, hay que serlo de a deveras, pero con inteligencia, no con palabras, porque de promesas ya estamos hartos.

javiermedinaloera.com

Artículo publicado por el semanario Conciencia Pública en su edición del lunes 3 de diciembre de 2018.

La mediana de oro

 

De mis tiempos de estudiante, hace más de medio siglo, recuerdo algunos conceptos de maestros que se quedaron grabados en mi mente y que muchas veces me han servido para salir de apuros a lo largo de la vida; uno de ellos es el de la famosa “mediana de oro”, que consiste simplemente en buscar ante cualquier circunstancia el justo medio de las cosas, sin llegar a ningún extremo, porque esto resulta casi siempre perjudicial para unos y para otros, si no es que para todos. La Historia, esa gran maestra, lo demuestra a cada momento.

Entiendo que la “mediana de oro” no es ninguna idea nueva sino que data de milenios, pues ya la enseñaban y practicaban algunos filósofos griegos, fundadores de la civilización occidental, cuatro siglos antes de la era cristiana.

Polarización de opiniones
El tema viene al caso porque de tiempo acá he observado actitudes radicales, es decir, una polarización en las opiniones de muchos mexicanos acerca de asuntos que ciertamente afectan a toda la comunidad, pero que en mi criterio no conducen a una solución pacífica y ordenada de estos problemas, sino que obedecen a visiones parciales del acontecer nacional.

En este caso, me gustaría, claro está, que buscáramos el justo medio de las cosas, porque a nadie ayuda, y menos en las circunstancias internacionales en que se encuentra nuestro país, que las ideas se polaricen a tal punto que obstruyan o impidan en un momento dado la buena marcha de la nación.

Ser justo no es ser mediocre
Algunos consideran que el equilibrio en política y en otras cuestiones sociales tiene que ver con la mediocridad, que desde luego existe como defecto del ser humano, pero en este caso, buscar el equilibrio en las relaciones sociales es un acto que a nadie ofende, sino que busca el bien de todas las partes, de la comunidad entera, sin sectarismos de ninguna especie.

Ciertamente, siempre hubo gente exaltada que abanderó luchas consideradas imposibles, pero algo de prudencia nunca les hizo mal.

La honrada medianía
Remontémonos simplemente a los tiempos del Benemérito de las Américas, don Benito Juárez, quien desde el siglo 19 recomendó a los funcionaros públicos vivir en la honrada medianía, es decir, sin lujos de ninguna clase, pero tampoco en la insolvencia. Él mismo no vivía tan mal.

Don Benito, podemos decirlo, fue pilar de la clase media mexicana, a la cual pertenecemos hoy en diferentes grados más de la mitad de los habitantes de este país.

¿Por qué no seguir el ejemplo de tan notable mexicano para que tanto en la vida pública como en la privada vivamos en la honrada medianía, sin perseguir lujos innecesarios, que para nada sirven y que por lo visto conducen a muchos problemas?

Pero obviamente, tampoco es recomendable vivir en condiciones de insolvencia que pueden llevar a algunos funcionarios precisamente a lo que no queremos, que es a la corrupción, madre de la impunidad y la injusticia.

javiermedinaloera.com

Artículo publicado por el semanario Conciencia Pública en su edición del domngo 25 de noviembre de 2018.

Que decidan los que saben

Eso de consultar a la opinión pública sobre cuestiones que sólo pueden analizar y resolver los expertos, los que saben de cada tema, me parece una acción populista, sino es que demagógica, que sólo nos puede llevar a problemas más difíciles de los que ya tenemos.
Esto viene al caso ante la consulta popular que dispuso el nuevo gobierno de Manuel López Obrador acerca del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México, cuestión en la que sólo deben opinar y decidir quienes verdaderamente saben del asunto, ya ni siquiera los políticos que ignoran muchas cosas.
Para curarse en salud
Ocurre que desde tiempos inmemoriales ha sido inveterada costumbre de políticos decidir sobre las rodillas acerca de importantes cuestiones que afectan a la comunidad, sin tomar en cuenta a la gente que más conoce de las cosas.
Ahora parece que los políticos (y no sólo los morenistas) se quieren curar en salud abriendo consultas populares sobre asuntos que sólo competen a los expertos, es decir, a la gente que sabe, porque a decir verdad las mayorías tenemos sensibilidad sobre ciertos asuntos, pero no en cuestiones muy especializadas.
En Jalisco hemos tenido experiencias de gobernantes que pretenden engañar a la gente y engañarse a sí mismos, abriendo consultas populares que, pagadas con nuestros impuestos, no convencen a nadie. Definitivamente, son acciones populistas y demagógicas.
Todo depende del tema: si se abren consultas sobre cómo siente la sociedad los servicios de seguridad pública, de salud, de educación, de mejoramiento ambiental, de transporte colectivo y otros aspectos que le afectan diariamente, los resultados pueden conducir a la toma de decisiones correctas.
Los expertos tienen la palabra
Sin embargo, cuando se abren consultas públicas sobre temas que competen solamente a los expertos, a quienes a lo largo de su vida se han quemado las pestañas estudiando su disciplina, lo cierto es que los resultados pueden conducirnos a errores graves, si es que el gobierno los toma como básicos para sus decisiones.
Éste parece ser el caso del nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, sobre el cual hoy se busca la opinión de gente que no conoce absolutamente nada acerca de aeronáutica, ingeniería, materiales de construcción, estructura suelos, etcétera. Si a mí me preguntan al respecto les digo que no sé.
Pero no sólo es el aeropuerto. Tal parece que hoy existe una fuerte corriente de políticos de diferentes partidos que buscan congraciarse con la opinión pública, haciéndola partícipe de sus decisiones, para curarse en salud, como ya dije.
El caso del agua, grave
Por ejemplo, desde hace décadas se habla mucho en Jalisco acerca del abastecimiento de agua, y consultada la opinión pública, jamás se ha llegado a ningún acuerdo. Incluso se han perdido fuertes inversiones federales, y todo por no atender a los técnicos, a la gente que realmente sabe.
Ya es tiempo de que nuestros políticos imiten a los verdaderos estadistas, es decir, escuchar la opinión de los expertos y resolver lo conveniente de acuerdo al interés común, no por caprichos personales.

javiermedinaloera.com

Artículo publicado por la revista Conciencia en su edición del lunes 5 de noviembre de 2018.

 

Siquiera déjenlo llegar!

Durante toda su campaña electoral, pero aún después de que ganó la elección, Andrés Manuel López Obrador ha sido objeto de toda clase de ataques, justificados algunos y otros no, pero lo que más extraña ahora es que ni siquiera toma posesión de su cargo como Presidente de la República y ya le reclaman infinidad de calamidades, no cometidas por él, sino por el gobierno actual y sus antecesores.
Lo anterior no tiene otro nombre que “mala leche”. Yo no soy defensor de López Obrador, ni tampoco me necesita para nada, pero es necesario puntualizar que él no es responsable todavía del Gobierno de la República, sino hasta el próximo uno de diciembre, de suerte que quien tiene la responsabilidad de la marcha de la nación es el actual presidente, a quien se le pueden enderezar las críticas necesarias.
Sin embargo, sucede que incluso algunos colegas de reconocido “prestigio” nacional, se han dedicado a denostar al presidente electo, acusándolo de infinidad de cosas, igual que hicieron en su campaña, pero sin tomar en cuenta que López Obrador aún no es responsable del Gobierno de la Nación.
Cuando ya sea presidente, entonces será justo criticarle sus errores, si efectivamente los tiene, pero antes de esto, no hay justificación alguna para hacerlo.
Incluso ha sido tradicional a través de muchos años, con gobiernos priístas y panistas, y creo que en cualquier parte del mundo, cuando se trata de un gobierno nuevo, de darles la oportunidad de organizarse, escoger a sus más cercanos colaboradores e iniciar sus actividades de acuerdo a sus proyectos.
López Obrador no puede ser la excepción, por mucho que lo odien sus enemigos políticos. Él necesita tiempo para organizar su gobierno y emprender las obras necesarias.
Ya veremos si en el curso de su administración cometen él o sus colaboradores algunos errores realmente significativos, y entonces tendremos que alzar la voz para que rectifiquen lo necesario. Mientras tanto, no hay razón para cargarle cuentas que no debe. Quien lo haga no muestra otra cosa que una actitud apátrida, antidemocrática y posiblemente corrupta.
Esto, sin negar que sobre advertencia no hay engaño, es decir, que tanto al funcionario público como al amigo hay que decirle oportunamente la verdad, para evitar malos entendidos. Siempre hay tiempo de ajustar cuentas, si algo hay que ajustar.
López Obrador necesita ahora la confianza de los mexicanos, incluso por quienes no votaron por él, porque con él se juega México su futuro, y México está muy por encima de sus políticos.

Javier Medina Loera es Premio Nacional de Periodismo.

Artículo publicado por la revista Portada de México en su edición de octubre de 2018.