Actualmente hay mucho desconcierto sobre el futuro del periodismo; unos dicen que con Internet se acaba, otros buscamos adaptarnos a las nuevas circunstancias. En el caso de Guadalajara, es obligado hacer un repaso sobre el origen y desarrollo de esta profesión hasta la época presente. Creo que las nuevas tecnologías no debilitan el ejercicio periodístico, sino que lo fortalecen.
Javier Medina Loera.
Max Weber, sociólogo alemán de fines del siglo XIX y principios del XX, estaba tan convencido de la importante función política del periodista, que llegó a afirmar: “Tan sólo el periodista es político profesional y tan sólo la empresa periodística es por lo regular una empresa política persistente”.
¿Por qué decía lo anterior? Porque él consideraba con justa razón que el político tradicional lo es generalmente por determinados períodos de tiempo, mientras ocupa una representación popular o algún cargo público; su oficio no lo ejerce mientras está en la “banca”, donde suele perder gran parte de su vida profesional. En cambio, el periodista lo es de tiempo completo y, quiera o no, hace política de manera cotidiana y permanente.
En realidad todos somos políticos ocasionales cuando depositamos nuestro voto, cuando aplaudimos o protestamos en una asamblea política, al desarrollar un discurso político e igualmente si realizamos cualquier otra manifestación de asentimiento o a la inversa, y los medios de comunicación son fundamentales para canalizar estas expresiones.
Primeros periódicos tapatíos
Como bien lo afirma el historiador tapatío Juan B. Iguíniz, la prensa ha sido siempre el indicador más seguro del grado de civilización y cultura de los pueblos, así como el reflejo más vivo de las evoluciones que a través de los tiempos sufren las sociedades. Conviene por ello, para el propósito de este trabajo, recordar un poco de la historia del periodismo en Jalisco.
El periodismo en Guadalajara data de los primeros años del siglo XIX. Durante los tres siglos de dominación española no hubo periodismo, entre otras importantes razones, porque no había imprenta. Ésta se estableció hasta 1792. Además, la capital de la Nueva Galicia era una ciudad tranquila, despreocupada del adelanto intelectual y con una población en su mayoría ignorante, casi en su totalidad analfabeta.
En aquel tiempo las noticias iban y venían a través de los arrieros, encargados de transportar con sus recuas no sólo personas y mercancías, sino también correspondencia y toda clase de mensajes.
Los primeros periódicos tapatíos, entre los que destacaron el “Semanario Patriótico” en 1809, “El Despertador Americano” en 1810, “El Telégrafo de Guadalajara” en 1811 y “El Monitor de Nueva Galicia” en 1813, se significaron por su carácter meramente político, reflejando como era de esperarse, las luchas que en ese período se empeñaron con tanto ardor insurgentes y realistas.
Y este mismo carácter esencialmente político de los periódicos tapatíos, se mantuvo después de la Independencia y a lo largo de todo el siglo XIX, en que por lo general reflejaron la ardua lucha entre conservadores y liberales.
Los objetivos de estos periódicos eran doctrinarios y su información sumamente escasa, no saliendo de los estrechos límites que les marcaban sus tendencias políticas o religiosas. Su círculo de acción se concretaba a la localidad, con tirajes que raramente pasaban de 500 ejemplares. Por lo regular no pasaban de cuatro páginas. Los anuncios comerciales eran muy pocos y baratos, y los oficiales eran sólo para los periódicos gobiernistas.
Los periodistas de aquel tiempo no perseguían otro fin que el triunfo de un ideal, por el que luchaban con tesón, arrostrando los obstáculos y peligros propios del oficio.
El caso de “Juan Panadero”
Entre los numerosos periódicos tapatíos del siglo XIX destaca el “Juan Panadero”, fundado por el presbítero Felipe de Jesús Pedroza en el año 1871. Atrapado por su lema “por la razón o la fuerza”, este “Juan Panadero” ocupó un lugar preponderante en la prensa independiente de Guadalajara. Sus fines inmediatos eran propagar la candidatura del general Porfirio Díaz a la Presidencia de la República, oponerse a la reelección de Benito Juárez y combatir al gobernador del Estado Ignacio Luis Vallarta, así como al jefe de la Cuarta División Militar, general Ramón Corona.
Fue “Juan Panadero” el que en una ocasión publicó que “Don Nacho”, es decir, el gobernador Vallarta, era una “perra lángara”, porque pretendía cobrarles a los habitantes de Huejuquilla, en el extremo Norte del Estado, los impuestos atrasados de varios años, que no habían podido pagar porque estaban invadidos por el caudillo nayarita Manuel Lozada.
Actualmente, en los tiempos de Internet, la libertad de expresión ha retomado de alguna manera el curso de aquellos días, pues ya a los gobernantes no sólo les dicen “lángaros”, sino cosas mucho peores.
La prensa revolucionaria
Siguiendo con la historia, los primeros lustros del siglo XX fueron también de gran efervescencia periodística en Guadalajara, debido primero a las imposiciones de gobernantes durante el porfirismo, después por las luchas de partidos políticos en la misma época y finalmente por la Revolución maderista.
Hubo entonces una enconada lucha por medio de los diversos órganos de prensa, entre otros, “La Gaceta de Jalisco”, “El Sufragio Libre”, “!Alerta!”, “La Justicia”, “El Plus Ultra”, “La Revancha”, “La Chispa”, “La Linterna de Diógenes”, “La Sátira”, “El Kaskabel”, “El Malcriado” y “El Partido Católico”, cuyos títulos dan una buena idea de su contenido.
Obviamente no fueron pocos los atropellos que sufrieron los redactores de la prensa política del siglo XIX y de los primeros lustros del XX.
La primera Constitución Política de Jalisco, expedida el 18 de noviembre de 1824, consignaba ya en su artículo noveno que el Estado garantizaba la libertad de imprenta, pero esto en realidad nunca se respetó, aunque justo es reconocer que algunas veces se abusó de ella.
De cualquier manera, la buena fe de muchos de aquellos periodistas, que luchaban por una auténtica libertad de prensa, se comprobó cuando por ejercerla y defenderla sufrieron lo que más podía dolerles: la pérdida de su libertad.
La prensa comercial
El Presidente Venustiano Carranza restableció la libertad de imprenta en 1917, con la sola limitación del respeto a la ley, a la moral y a la vida privada, pero a la vez puso en práctica los llamados “viajes de rectificación”, durante los cuales se trataba de convencer a los periodistas de que fueran más comprensivos y ecuánimes. “Destierro, encierro o entierro”, era la consigna oficial contra el periodista incómodo.
Al convertirse en gobierno la revolución triunfante, el fin de la lucha armada permitió el progreso de la industria y del comercio. Por todas partes empezaron a florecer las actividades económicas, y así nació la prensa comercial de los tiempos modernos. Fue “El Informador” el periódico que abrió en Guadalajara esta segunda etapa.
Hacia el año 1905, dice el periodista Enrique Francisco Camarena, la redacción era un pequeño cenáculo de camaradería y de bohemia, en donde el director y los redactores convivían alrededor de una mesa enorme y se escribían a mano las cuartillas. Para 1916 en que aparecieron nuevos periódicos, se redactaba ya sobre la máquina de escribir, y aun cuando comenzaba a conocerse cierta distancia entre director y redactores, éstos convivían aún en un ambiente de camaradería, aunque ya no de bohemia, porque los sueldos eran más seguros.
Y para 1920 y 1930 se habían organizado verdaderas instituciones periodísticas, que se fueron ampliando y fortaleciendo de acuerdo al desarrollo económico y social de la ciudad.
El periodismo digital, la nueva era
Identificadas, pues, las dos grandes épocas del periodismo tapatío, la primera del siglo XIX y principios del XX, caracterizada por la politización de los órganos de prensa, y la segunda a partir de 1917, con el desarrollo de la prensa comercial, que incorporó también a lo largo del siglo XX a la radio y a la televisión, llegamos a una tercera etapa, que es el periodismo digital por Internet, con características muy especiales.
Al hablar de prensa comercial me refiero a su base económica, que son los anuncios, los cuales necesariamente seguirán sustentando al periodismo digital; de hecho lo hacen ya y cada vez en mayor medida.
Sabemos que en toda comunicación humana intervienen dos elementos: el emisor y el receptor, el que manda el mensaje y el que lo recibe. Esto no cambia. Tanto en el periodismo político como en el comercial hubo emisores y receptores, y ambos elementos existen también en la era digital, sólo que ahora ya no son unos cuantos los emisores, sino muchos millones, que también pueden comunicarse con millones de receptores del mundo. Y cualquier receptor puede convertirse automáticamente en emisor, y a la inversa. Tal es la maravilla jamás vista que nos ha traído la tecnología.
Esto es lo que ha venido a cambiar el periodismo, pero no en su esencia, en su objetivo fundamental, que es y debe ser siempre el servicio a los demás, sino en la técnica, en las formas de hacerlo. No es lo mismo escribir para la imprenta una nota como la que estoy haciendo, con poco o ningún riesgo de que el lector me llame para rectificar, que redactarla para el medio digital, como es el caso, donde el lector tiene la mayor facilidad y libertad de comentar lo que considere justo, y yo, a mi vez, la facilidad de rectificar cualquier error, lo cual se dificulta en prensa e incluso en radio y televisión. Es éste un periodismo sin precedente por su dinamismo y trascendencia social, y desde luego muy positivo si se sabe mantener el respeto a los demás, que es básico en cualquier relación humana.
En conclusión, entre el periodismo tapatío del siglo XIX y el actual existe enorme diferencia en el aspecto técnico, no en sus principios éticos. Ciertamente, el periodismo político era por su propia naturaleza sectario, doctrinario, manipulador, en tanto que el comercial se aleja del profesionalismo en la medida en que predomina el interés de vender, no de servir a la comunidad. El periodismo digital hereda del comercial su base económica, la publicidad, pero al menos el receptor tiene por vez primera en la historia la oportunidad de defender con la mayor inmediatez sus puntos de vista.